PUEDEN LEER CON TRANQULIDAD, LOS SPOILERS SERÁN ADVERTIDOS
Cuando comencé esta pequeña Serieteca tres grandes tótems se presentaban en el horizonte: La mejor serie por aclamación popular, Breaking Bad, mi serie favorita, Sons of Anarchy, y “nuestra” serie, Doctor Who. Pensé que tardaría poco en meterles mano, pero poco a poco me fui viendo impulsado a escribir sobre las nuevas series que iba descubriendo y las dejé apartadas en un cajón. Pero hace poco vi que tenía pendientes un par de capítulos del Doctor, y como siempre disfruté, me emocioné, me encontré envuelto en sus intrigas… Y decidí que había llegado el momento de hablaros de ella.
Recuerdo un día, casi de madrugada, que estaba solo frente al televisor aburrido. Ya había jugado con el portátil, revisado todas mis páginas webs favoritas, visto un par de capítulos de alguna serie… pero no tenía sueño. Así que hice algo a lo que no estoy acostumbrado: zapping. Fui cambiando con desidia de canal en canal hasta que me topé (¡En el canal infantil Boing!) con una imagen espectacular. Una biblioteca inmensa, tanto que ocupaba un planeta precioso, y a dos personas, un hombre y una mujer, que teorizaban sobre el excesivo silencio que invadía el lugar. Me enganché de inmediato a algo que no sabía siquiera si era una película o una serie, pero donde rápidamente me vi envuelto por elementos que me atraparon: ciencia ficción, misterio, terror, amistad, amor, aventura… ¡Lo tenía todo! Tres cuartos de hora después aparecía en pantalla “Continuará”, y mi corazón quedaba roto. ¿Qué pasaba después? De inmediato busqué qué era aquello que acababa de ver, y con gran alegría veía cómo arrancaba la segunda parte.
Así fue como me enganché al Doctor Who, y es la manera de la que siempre recomiendo empezar a verlo, porque creo que en esos dos capítulos quedan resumidas prácticamente todas las claves de la serie. Hablo del octavo y noveno episodios de la cuarta temporada de la serie, para todo aquel que se quiera animar.
Pero hagamos un poco de historia. Hablamos de una serie de televisión británica producida por la BBC que podemos dividir en dos etapas: la clásica, televisada entre ¡1963 y 1989! y la moderna, retomada en 2005 y que hasta ahora lleva 10 temporadas. Entre tanto encontramos una película de 1996 y diversos capítulos especiales, y es que en el país vecino es una parte importantísima de su cultura popular desde hace la friolera de medio Siglo. Creado originalmente por Sydney Newman, C. E. Webber y Donald Wilson, en su segunda edición el peso creativo lo ha llevado Steven Moffat, el cual, por cierto, se jubila en esta última temporada (Al menos del Doctor). Entre sus logros encontramos un Record Guinness a la serie de ciencia ficción más longeva, infinidad de premios, spin-offs varios (Torchwood, Las aventuras de Sarah Jane), libros, cómics, videojuegos… y unos efectos especiales de primera división.
La serie se centra en la figura del Doctor, un Señor del Tiempo que viaja a lo largo del espacio-tiempo en su TARDIS, una nave espacial camuflada como cabina de policía azul. Siempre acompañado de algún humano (Dos aclaraciones, suelen ser humanas, y él es extraterrestre), visita diversos lugares del espacio en diferentes momentos de la historia, y se enfrenta a todo tipo de criaturas y seres para resolver problemas, guerras y conflictos. ¿Y cómo hacen para mantener al mismo Doctor durante cinco decenios? Mediante la regeneración: cuando el Doctor queda debilitado y a punto de morir, regenera su cuerpo en el de un nuevo actor (De momento llevamos 13)
Dejar en esto la sinopsis del Doctor Who se me antoja escaso, muy escaso, pero realizar un análisis profundo de esta joya de la televisión me ocuparía cientos de líneas y tampoco os quiero abrumar. Me detendré, pues, en mostraros mi visión sobre la serie para ver si os animáis a verla si es que aún no la conocéis.
Evidentemente uno de sus puntos fuertes es el de la ciencia ficción: él es un extraterrestre, un Señor del Tiempo nada más y nada menos, que se puede permitir ir DONDE quiera, CUANDO quiera, con ese don para encontrar problemas allí donde aterrice. En segundo lugar colocaremos el misterio y la intriga, ingredientes principales de los argumentos de cada capítulo, que se van aderezando con lecciones morales y románticas en segundo plano. Es el momento de destacar sus guiones, pulidos hasta la saciedad. El modelo de desarrollo que sigue la serie es el de temporadas en los que cada capítulo no suele tener conexión con el anterior, pero donde van dando claves que van avanzando hasta juntarse en magníficos finales de temporada. Pues en las diez que llevamos, todavía no he encontrado un cabo suelto (Solo recuerdo un capítulo en el que pensé, le han dado mil vueltas a un concepto que al final no han solucionado. El capítulo acababa y la última imagen lo resolvía. Perfecto).
¿Y por qué nos tiene tan enganchados? ¿Por qué es la que consideramos “nuestra” serie mi pareja y yo? Es imposible de explicar. Tiene algo que consigue que pases cada capítulo interesado e intrigado, cuyos finales son exultantes, que te hacen devanarte la cabeza y ponerte en pie a aplaudir (y lo hemos llegado a hacer) con los créditos. Efectos especiales a la altura, una banda sonora espectacular (incluyendo la canción de la intro, y el mejor sonido del universo: el de la TARDIS), discursos impresionantes, relaciones férreas, lecciones sobre el amor y la amistad… Y algo que no ha conseguido película ni serie alguna, emocionarme hasta el punto de hacerme llorar.
Si tenéis tiempo, creedme, lo necesitaréis, entregaos al Doctor Who, descubrid que ¡Es más grande por dentro!, el porqué del Who tras el Doctor, lo que es “amar a un amanecer sin esperar que él te ame a ti”, a temer a los Daleks y a los CyberMen, a adorar a los Adypose, a sufrir con la pérdida de un Doctor y encariñarte con el siguiente, tener el tuyo favorito y expresar con su lenguaje extraterrestre tu amor.